Ser camionero en estos tiempos de pandemia es realmente un castigo. Más allá que los transportistas sean necesarios y esenciales para reactivar la economía de nuestra Argentina, que transporta diariamente alimentos , productos e insumos para la vida cotidiana de los ciudadanos, son duramente discriminados por los gobiernos provinciales, acusándolos injustamente de ser los «transportistas de Covid-19».
La inoperancia de los gobiernos provinciales, deja a los laburantes transportistas «a la buena de Dios», castigándolos sin una adecuada atención y con malos tratos, sometidos a demoras innecesarias en los cruces fronterizos, sobre todo en la región Norte y en la de Cuyo donde se les otorgan horarios restringidos para ingresar, con demoras de más de 12 horas en algunos lugares.
Este mismo sábado vimos como el Gobierno de Mendoza deja a los transportistas sufriendo frio y hambre (una vez más) por no contar con una eficiente asistencia de personal, día y noche, y una adecuada infraestructura que agilice los pasos camino a Chile. Sin dudas, ser laburante es un castigo.
Cientos de camioneros se sienten discriminados y quedan varados en Mendoza porque la gestión de Rodolfo Suarez regatea el personal y sin puestos adecuados para que los trabajadores no se encuentren tirados al costado de la ruta sin las necesidades básicas, tal como se ven todas las noches desde hace décadas, hoy acentuados por la pandemia y el duro frío del invierno cordillerano.
Son muchas las falencias que sufren los camioneros en el lugar de espera, desde edilicias hasta la provisión de alimentos que solo consiguen a elevados precios.
Debido a la cuarentena impuesta por el Gobierno Nacional y a las reglas establecidas por el Gobierno de la provincia de Mendoza, no pueden circular de manera libre y deben esperar, casi como en una cuarentena, en varios lugares a lo largo de la ruta.
Los dos centros más grandes son la aduana que está ubicada en la localidad de Uspallata y otro playón cercano a la destilería de Luján de Cuyo. El castigo y la discriminación es total: en estos lugares se agolpan más de 500 camioneros diariamente y hay solamente nueve baños, lo cual en horas colapsan sanitariamente y son imposibles de usar.
Otro de los problemas que sufren los laburantes es la falta agua casi todos los días, «hay solo un tanque por sector que se agota a pocas horas de ser llenado por la municipalidad de Luján de Cuyo» denuncian, lo cual repercute en las condiciones de prevención sanitaria establecidas en la pandemia.
Los camioneros en la provincia de San Juan también tienen un trato “inhumano”, ya que gracias a la medida anunciada por el Gobierno provincial se determina una faja preventiva de seguridad adosada en una parte visible del vehículo con la información de ingreso y egreso, procedencia y tiempo de permanencia para facilitar la supervisión policial, pero deja al transportista encerrado en su vehículo, atrapado, sin posibilidad de asearse, ir al baño ni cargar combustible.
Un petitorio al gobierno de Suarez
Con la firma de la Fundación Familia Transportista Autoconvocada es que presentaron un petitorio ante el gobierno de la provincia de Mendoza en donde realizan cuatro pedidos concretos.
El primero de ellos es un reclamo histórico que se realiza en la frontera chileno-argentina y se trata de la agilización en los tiempos de aduanas.
La segunda tiene que ver con el pedido de poder parar en diferentes ciudades a lo largo de la ruta para que los camioneros puedan descansar, alimentarse, higienizarse y no sufrir persecuciones policiales o políticas.
La tercera, y quizás la más importante en este tiempo de pandemia, es terminar con la estigmatización que sufren los camioneros. «Se asume que todos ellos están contagiados y solamente se detectaron una decena de casos dentro de los miles de camioneros que circulan en las rutas argentinas», indicó Gabriela.
La cuarta habla del respeto a la libertad de entrar permanecer transitar y salir del territorio argentino como indica la Constitución nacional en el artículo 14.