La energética estatal Nucleoeléctrica Argentina y la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC) firmaron a principios de este mes de febrero el contrato para la construcción de la cuarta central nuclear argentina, Atucha III, un reactor de 1.200 megavatios eléctricos (Mwe) que se instalará en el Complejo Nuclear Atucha de la localidad bonaerense de Lima.
El proyecto forma parte del Plan de Acción de Nucleoeléctrica Argentina, aprobado por el Poder Ejecutivo Nacional el 23 de junio del año pasado, y supone una inversión superior a los US$ 8.000 millones.
El contrato EPC (ingeniería, compras y construcción, por sus siglas en inglés) prevé la provisión de la ingeniería, construcción, adquisición, puesta en marcha y entrega de una central del tipo HPR-1000, que utilizará uranio enriquecido como combustible y agua liviana como refrigerante y moderador.

En tanto, el embajador argentino en China Sabino Vaca Narvaja respaldó los convenios con el país asiático, entre los que están la construcción de la central nuclear Atucha III: “Lo que se hizo fue un trabajo para nada oscuro, ya se venía discutiendo”. Además dijo que hay “control total” en el sector de la energía nuclear y que “está super regulado”.
En ese contexto, Ricardo López Murphy, diputado de Juntos por el Cambio, manifestó que priorizar la energía nuclear con inversiones de China es un acuerdo altamente «inconveniente», porque en Argentina se puede producir energía con gas, un material que, según el economista, sobra en todo el país. El problema es que la exploración posee un costo muy elevado.

«Hay acuerdos que son altamente inconvenientes como la locura que queremos hacer con la energía atómica. Ese reactor cuesta 10 veces más de lo que cuesta generar energía con gas y si hay algo que tiene Argentina y le sobra hasta por las orejas es el gas. Todo lo que se haga para sustituir el gas nos generará daño», sentenció Lopez Murphy en radio Rivadavia.
Según la comisión de la Unión Europea, la energía nuclear y también la que es a base de gas se consideran como «energías de transición», es decir, no son limpias, pero funcionan para ganar tiempo y generar un sistema energético con recursos renovables como, por ejemplo, el viento o el agua. En ese sentido, para la política internacional son beneficiosas, aunque limitadas.
¿Es cierto que la energía nuclear es cara? De acuerdo a la información brindada por Greenpace, «no se incluyen todos los costes de la gestión de los residuos y del desmantelamiento, tampoco están incluidos todos los costes de los seguros de responsabilidad en caso de accidente y los costes de actualización de las medidas de seguridad que pudieran motivar su cierre por falta de rentabilidad».
Esto es cierto, ya que en el 2012, se decidió finalizar las actividades de la planta nuclear de Garoña en España, porque requería obras de infraestructura con altos costos económicos para mejorar su seguridad. Sin embargo, el problema de la propuesta que ofrece López Murphy sobre priorizar el gas en Argentina, es tan costoso como la energía nuclear, porque se ubica en lugares que requieren de una inversión muy elevada para acceder a ellos como el caso de Vaca Muerta.