– “No me tomes por pelotudo”, le grita, dando un golpe de puño sobre la mesa, Alfredo Casero a Luis Majul, a la sazón entrevistado y entrevistador, respectivamente.
– “No te tengo miedo”, le retruca Majul a Casero.
– “Ustedes periodistas, que les va bien y lo primero que hacen es ponerse pantalones chupines y ganar plata”, vocifera Casero, sacándose el micrófono y abandonando el estudio ante la mirada estupefacta de los periodistas sentados a la mesa.
La escena se vivió en el set de un estudio de TV de Argentina, en vivo para el país y el mundo.
E inmediatamente se abrió el baúl de las interpretaciones de las palabras y los gestos.
Que el golpe de puño sobre la mesa, en realidad era para Majul, pero los frenos inhibitorios de Casero funcionaron y descargó su ira contra la madera.
Que el “no te tengo miedo” de Majul, en realidad obedece a un mecanismo de defensa frente al agresor, pero en realidad Majul estaba cagado en las patas.
No lo sé, no soy psicólogo, apenas un comunicador con casi 40 años tratando con políticos y periodistas.
El espectáculo visto por TV, en vivo y en directo, refleja algo mucho más profundo que la discusión acalorada entre periodista e invitado, con un panel de testigos mudos, o enmudecidos, ante los gritos y gesticulaciones de Alfredo Casero, quien supo ser un actor cómico y hoy se transformó en un emergente que transita por los estudios de los canales de televisión vomitando y destilando su odio contra el gobierno nacional y sus integrantes.

Lo que Casero expuso con sus dichos, “ustedes periodistas, que les va bien y lo primero que hacen es ponerse pantalones chupines y ganar plata”, ¿fue un exabrupto o es el pensamiento de muchos, que ven en algunos periodistas como operadores políticos embanderados con camisetas partidarias de uno y otro sector de la grieta?
A esta altura de la soirée, nadie duda que lo de Alfredo Casero se trató de expresar el pensamiento de muchos argentinos que creen que los periodistas y pido perdón por la generalización, son actores protagónicos de las estrategias que se diseñan en las usinas de los partidos políticos.
Quizás el episodio sirva, personalmente creo que no, para replantear, desde las direcciones de los medios de comunicación, algunas líneas editoriales; no digo cambiarlas, pero sí atenuar el nivel de virulencia de algunas opiniones.
Claro, desde la política también se ejerce la violencia verbal, vemos a candidatos y dirigentes de todos los partidos decirse cualquier barbaridad, inclusive se meten con temas relacionados con la apariencia física de la persona y esa tendencia, lejos de ir disminuyendo, va in crescendo.
Sobre este punto, los medios tienen una alta responsabilidad, pueden hacer que esas diatribas mueran en el mundo de las redes sociales o, como ocurre, darles trascendencia pública replicando y aumentando la visibilidad de esos ataques, sobre los que luego se editorializa y se arman paneles y los opinadores elaboran teorías y la rueda gira y se nutre, hasta que aparezca el próximo ataque verbal.
En definitiva, hablaremos de Casero y Majul por unos días, del ataque de ira de Alfredo y la respuesta de Luis, pero nada se dirá del rol que juegan los periodistas y vuelvo a pedir perdón por la generalización, en la arquitectura de la política partidaria, ni de los medios de comunicación, que permiten, tanto a sus periodistas como a invitados, manifestar todo tipo de vulgaridades, que lejos están de ser noticias, hasta Fakes News, a sabiendas de que lo son y sin ruborizarse.

Por Jose Luis Lamanna
Director
LAMANNA & Asoc.
Consultores en comunicación
