Hoy recordamos otro acontecimiento triste de la historia Argentina: el 2 de Abril de 1982. Ese día comenzaba la guerra de Malvinas y sin saberlo, la historia de cada uno de nosotros cambiaría para siempre.
Han pasado ya 35 años de aquel día pero la herida aún no cicatriza… Por eso como cada año es imperativo recordar a los verdaderos héroes de esta historia: los ex combatientes pero también no nos debemos olvidar de honrar la memoria de nuestros soldados caídos en combate. Aunque a veces se intente evadir, ocultar y hasta negar cifras, debemos aceptar como país que los muertos también forman parte de nuestro patrimonio histórico y cultural, y más aún cuando alguien muere defendiendo su bandera, nuestra bandera. Esas personas son dignas de respeto absoluto y debemos admitir que hay que tener mucho coraje para morir por la patria.
Ahora bien, para comprender nuestro presente debemos analizar y repensar nuestro pasado… Estarán de acuerdo entonces en que no estamos dispuestos a permitir más muertes absurdas en nuestro país y defenderemos la democracia que tanto nos costó con uñas y dientes. Debemos enseñarles a nuestros hijos y a nuestros alumnos a defender sus ideas, sus principios, nuestra historia y nuestra soberanía pero siempre desde el diálogo y desde una posición de respeto hacia el otro.
Muy a nuestro pesar, la guerra de Malvinas se había transformado en “crónica de una muerte anunciada” como el título de la novela de Gabriel García Márquez, ya que nuestros soldados eran muy jóvenes, la mayoría tenía 18 años, no contaban con la preparación ni con las armas adecuadas para defenderse de los ingleses. Sin embargo, los altos jefes militares de aquel entonces ni siquiera participaron de la guerra que ellos mismos habían decidido…
Lamentablemente, en la guerra de Malvinas hemos perdido 649 soldados y otros 1082 resultaron heridos, llegando así a un total de 1703 “bajas” como se dice en la jerga militar.
Sin embargo, nuestros ex combatientes pelearon dos guerras: una en Malvinas y otra peor al regresar… Les dijeron que no tenían que contar nada de lo que había ocurrido en la guerra. En una palabra, los querían esconder y así olvidar la derrota…Entonces nuestros ex combatientes comenzaron a sentirse culpables cuando en realidad los culpables de todo lo sucedido eran otros. Fue así que el proceso de desmalvinización comenzó, eso implicó para nuestros soldados que volvían de la guerra: hambre, miseria y muerte.
Algunos cuentan que llegaron a vender sus medallas porque no tenían plata para comer, nadie les daba trabajo porque eran considerados “los locos de la guerra”, el propio pueblo que ellos habían defendido los excluía y ni hablar de los gobernantes.
Con el paso del tiempo nuestros ex combatientes pasaron de ser culpables a ser padecientes, comenzaron a sufrir en silencio y aparecieron el insomnio, la depresión, la medicalización, las adicciones, los delirios persecutorios, los intentos de suicidio, las neurosis de post guerra y algunos fueron internados y otros hasta se quitaron la vida.
Seguramente muchos de ellos la siguen peleando día a día y otros tantos se encuentran viajando por nuestro país en busca de otros ex combatientes para reencontrase con sus hermanos y así ayudarse mutuamente a no sentirse tan solos compartiendo ese pedazo de nuestra historia que algunos Argentinos pretenden invisibilizar.
Hoy más que nunca, como docentes nos encontramos con la obligación moral de una educación para la paz así como también debemos enseñarles a nuestros jóvenes a dudar para evitar que algo así nos vuelva a ocurrir…
Este humilde homenaje está dedicado a todos nuestros ex combatientes de Malvinas, en especial a mi padrino DANIEL GARCÍA y en memoria de todos aquellos soldados que murieron
por nuestra patria.
Por Lic. Vanina Celeste Lopérfido, especial para BienCuyano