Mi buen lector biencuyanito:
Festejo que nos volvamos a encontrar. Le agradezco su apoyo y estoy convencido que este es el inicio de una larga y grata relación. Como usted sabe hay muchas cosas para explicar y más en lugar donde las cosas no son claras. En esta ocasión les traigo un cuentito muy particular.
Una carrera animal
En la provincia de occidente, había llegado la época en la que los animalitos deciden quiénes los representarán (entre ellos, algunos son más animales que otros, vio cómo es esto, pero sigamos…). Cada dos años se realiza una carrera por el río y, para ello, los animalitos preparan sus embarcaciones.
Obviamente siempre hambriento de poder, el conejo pequeño y enojón desempolvó su barco y reclutó a sus marineros. Uno de los que se destacó es su títere Roby a quien llevó a oriente para ajustarle unos hilos que estaban un poquito flojos y lo trajo como nuevo para que pueda remar. Si bien muchos decían que el Roby no podía navegar porque él ya era representante, al conejo nada le importó. Otro de sus tripulantes fue el viejo comadreja Leto que es no positivo, pero tiene pinta de bonachón. Entre las hembras se destacaban… en realidad no le sabré decir porque nunca las mostraron arriba del barco.
Por otro lado, a la competencia se presentó la lagartija Tana con su diezmada balsa. Entre sus tripulantes se encontraban algunos animalitos que, por su edad, empezaban a echar olor y eran de mucho contrapeso. No obstante, había entre sus filas un revoltoso animalito que, si bien no se supo distinguir su procedencia, la ayudó a remar.
El resultado estaba puesto antes de salir, pero el conejito pequeño y enojón les pidió a sus amigos los buitres, quienes solo debían ver qué pasaba en la carrera e informar, que se colocaran detrás del barco y con sus alitas le echaran viento a favor. Por supuesto, los buitres a cambio de unas sobras lo hicieron sin mucho disimulo.
El conejo llegó primero y, mientras los demás estaban distraídos mirando la carrera, aprovechó para hacer de las suyas que más adelante en otro cuentito, les contaré. Luego, sabiendo que mantendría el control como a él le gusta se fue a festejar con la banda de los gorilas o como a mí me gusta llamarlos: los monos con navaja. ¡Pero ojo! No crea usted que fue todo mérito del conejo pequeño y enojón. La lagartija Tana escuchó los consejos de la pingüina emperatriz y, como era de esperarse, una pingüina no sabe navegar en el desierto, por eso la lagartija erró el rumbo. En definitiva, la balsa diezmada se hundió. Algunos animalitos lograron alcanzar la orilla, pero para otros al parecer fue su última carrera.
Quien dio la nota fue un pequeño animalito que no se logra diferenciar bien a que especie pertenece. Durante toda la cerrera, se mantuvo a la orilla y logró llegar en su balsita verde.
La carrera terminó y aunque todo parece igual, nuevos animalitos se aparecerán por la provincia occidental.
Mi gentil lector, espero volver a encontrarlo por acá y llévese un consejito más: no se distraiga. No sea cosa que le pase como a los animalitos del cuento quienes después de la carrera, cuando quisieron volver a sus casas ya les habían aumentado el boleto. Con cariño…
El tío NeNé