La muerte de la elefanta Pocha ¿Fue un error haberla trasladado en un estresante y largo viaje a Brasil a sus 56 años de vida?

Actualidad Mendoza

Si bien la noticia de la muerte de la entrañable elefanta Pocha conmovió el corazón y los recuerdos de todos los mendocinos, incluso llegando el triste reporte hasta en los portales nacionales, después de la nota publicada en BienCuyano de la semana pasada dejó abierto enormes interrogantes ¿Fue un error el traslado de la elefanta Pocha a este dudoso santuario brasileño? ¿El stress del viaje de cinco días de viaje y recorrer 3.600 kilómetros de una elefanta de mucha edad precipitó su muerte? ¿Hay algún responsable?

En abril de este año, Pocha y Guillermina (madre e hija) – de 56 y 24 años respectivamente- recibieron en Argentina los certificados necesarios para ser trasladadas desde el ex zoológico mendocino -convertido en Ecoparque- a un santuario en Brasil. El Gobierno provincial buscó llevarlas a un «santuario de elefantes» ubicado en las afueras de Cuiabá, en el estado brasileño de Mato Grosso, después de cinco días de viaje y recorrer 3.600 kilómetros, desde Mendoza hasta la reserva natural.

La firma del acuerdo fue encabezada por el gobernador mendocino, Rodolfo Suárez, acompañado por el secretario de Ambiente y Ordenamiento Territorial, Humberto Mingorance; la directora del Ecoparque Mendoza, Mariana Caram; el presidente del Santuario, Scott Blais (vía streaming), y el representante de la Fundación Franz Weber, Leandro Fruitos.

«Quiero agradecer especialmente a todo el equipo de la Secretaría de Ambiente y del Ecoparque. Con estos procedimientos les estamos devolviendo a los animales un poco de la libertad que perdieron en el encierro», sostuvo Suárez tras la rúbrica.

El acuerdo significaba la donación de los animales al Santuario, sujeta a la obtención de los permisos internacionales que corresponden para cada individuo en cuestión y para esto se contó con la venia de organismos de control y de las instituciones que forman parte del Consejo Consultivo del Ecoparque, informaron por entonces.

Un viaje polémico

El traslado, que parecía encaminado en agosto pasado cuando desde el Gobierno nacional autorizaron el viaje con una resolución que fue publicada en el Boletín Oficial, se frenó después porque el Ministerio de Ambiente de la Nación comunicó que las condiciones del Santuario de Elefantes Brasil (SEB) no estaba registrado como santuario sino como criadero.

El SEB, una organización sin fines de lucro que nació en 2012 pero que obtuvo la habilitación de operación por parte del gobierno brasileño en 2018, se presenta como un espacio apropiado para los elefantes, con recintos de entre 40 y 400 hectáreas completamente naturales donde existen matorrales y vegetación.

Desde la provincia, el secretario de Ambiente se quejó por las demoras y le apuntó a Cabandié: «Una vez más la mezquindad del Gobierno Nacional se refleja, en este caso, en jugar con el bienestar de los animales».

«Es lamentable que el ministro Cabandié impida el traslado de Pocha y Guillermina al Santuario de Elefantes de Brasil», reclamó Humberto Mingorance, a través de un mensaje de Twitter, en el cual etiquetó al funcionario nacional.

El capricho político que precipitaron a la muerte ¿producto del stress del largo viaje?

El personal del Santuario declaraba que ya habían notado algunos problemas en la salud de Pocha desde que estaba en el Ecoparque de Mendoza, pero nunca fue diagnosticada. No obstante, el gobierno de Suarez con el secretario Mingorance a la cabeza, se encapricharon con llevar sí o sí a los paquidermos al Mato Grosso en una rimbombante movida mediática que repercutió en todo el país.

«Estamos trabajando para el bienestar animal» decía el gobernador tuitero Rodolfo Suarez en los momentos previos al traslado de los elefantes.

Después de las bellas fotos y videos empezaron a verse las falencias. Los animales tuvieron algunos episodios que les llamó la atención desde que llegaron a Brasil, como una vez Pocha era más lenta para comer y se la notaba muy cansada, lo que tuvieron que aplicarle unas inyecciones con multivitaminas. Sin embargo, pasado unos meses de estar en el «santuario» brasileño, de mayo a octubre, la elefanta falleció.

Ante el papelón de la gestión de Ambiente de Mendoza, lo mandaron a su titular, Humberto Mingorance, a dar la cara y explicaciones… y verdaderamente metió la pata…

Si bien en unos días se emitirá un comunicado oficial con los resultados de la necropsia, las autoridades locales anticiparon a el medio oficialista El Sol que «el animal murió porque ya había cumplido su ciclo de vida».

De acuerdo con lo expresado por el Secretario de Ambiente de Mendoza, Humberto Mingorance, «los elefantes asiáticos tienen una edad promedio que ronda los 48 años. Pocha se estima que tenía entre 56 o 57 años. Cuando arribó al Zoo de Mendoza, allá por los 70, no se sabía con exactitud la edad, por lo que consideramos que ya había cumplido su ciclo».

Entonces allí aparece la irresponsabilidad de Mingorance, dicho desde sus propias palabras: si los elefantes tienen un promedio de vida de 47 años y Pocha tenía entre 56 y 57 ¿Para qué le hicieron pasar un insidioso y estresante viaje de cinco días y recorrer 3.600 kilómetros, con todo lo que para el animal le implica? ¿El largo viaje precipitó la muerte en tan solo un par de meses de estar en «el santuario»? ¿Fue «la vida misma» como declara el gobierno o la irresponsabilidad y caprichos de los funcionarios?

El gobierno provincial firmó un convenio con un santuario de Brasil para trasladar a las cuatro elefantas del lugar que ya había sido reconvertido en Ecoparque. Las dos primeras en emigrar fueron como mencionamos, Pocha y Guillermina… una falleció… y en breve viajarán dos nuevas elefantas del ex zoo mendocino: Kenya y Tamy.

¿Un «santuario» donde los animales se mueren? El caso Ramba

El elefante asiático que pasó décadas actuando en los circos sudamericanos ha comenzado una nueva vida en un santuario al aire libre en Brasil. (Foto: Archivo/AFP).

Un caso similar sucedió en el 2019 con la elefanta Ramba, que después de dos meses de estar en el mismo santuario en el que estaba Pocha, falleció de igual manera inexplicable.

La elefanta Ramba de especie asiática, que pesaba cerca de 3,6 toneladas y tenía aproximadamente 55 años, y sufrió cuatro décadas de maltratos en circos en Chile. Fue rescatada en el 2012 de un circo en Chile y vivió durante siete años en el Parque Safari de Rancagua antes de que su transferencia a Brasil fuera acordada de forma definitiva.

Había llegado el 10 de octubre de 2019 a Brasil tras una compleja operación que demoró dos años en ser planificada y ejecutada, y luego de siete años de espera para su transferencia.

La elefanta fue trasladada inicialmente en un avión Boeing 747 entre la ciudad chilena de Rancagua y el aeropuerto Viracopos de la ciudad de Campinas y después trasladada en camión hasta la que sería su casa definitiva, el Santuario de Elefantes de Brasil (SEB), ubicado en la Chapada dos Guimaraes, un ecosistema propio del estado del Mato Grosso (centro-oeste).

El de Ramba fue el primer caso de rescate internacional tras denuncias de maltrato animal​ de un elefante nacido en cautiverio.

“Es con inmenso pesar que comunicamos la muerte de Ramba. Nuestra terca abuela, linda y mayor que la propia vida, ya no tenía fuerzas para luchar contra sus problemas renales”, según comunicó el santuario.

El elefante Ramba se muestra después de llegar al Santuario de Elefantes de Brasil ubicado en el municipio de Chapada dos Guimaraes, estado de Mato Grosso, Brasil, el 18 de octubre. (Foto: AFP).

La institución aclaró que, aunque la necropsia puede ofrecer más detalles sobre la muerte, el fallecimiento fue doloroso pero no sorprendió a los responsables por sus cuidados.

“Cuando Ramba fue diagnosticada con enfermedad renal, aún en Chile hace siete años, teníamos mucha esperanza de que consiguiera vivir al menos un año. Milagrosamente ese año se transformó en siete, que le dieron fuerzas y la ayudaron a llegar al Santuario”, agregó la entidad.

El elefante Ramba llega dentro de una jaula al Santuario de Elefantes de Brasil ubicado en el municipio de Chapada dos Guimaraes, estado de Mato Grosso, Brasil, el 18 de octubre. (Foto: AFP).

“Le prometimos repetidas veces que vendría al Santuario y ella luchó para llegar hasta aquí. Aquí encontró una alegría gigantesca, consiguió explorar como siempre deseó y descubrió el sentido de la verdadera amistad”, añade el mensaje.

“Su muerte tuvo que haber sido repentina ya que el pasto a su alrededor estaba inalterado”, según «el santuario» brasileño tras estar tan solo dos meses de estadía en el lugar, ya que falleció el 26 de diciembre de 2019

Con ese antecedente ¿El secretario de Ambiente de Mendoza no tuvo ningún reparo en enviar a Pocha con la misma edad de vida? La historia se repitió.