La semana pasada, el gobernador Rodolfo Suarez celebró junto a todos los mendocinos y mendocinas la gran noticia que la provincia de Mendoza figura en la nómina de los 100 Mejores Lugares del Mundo confeccionada por la revista Time, a partir de la opinión de su red global de corresponsales y colaboradores, lo que generó una optimista reacción de las autoridades de turismo respecto del futuro de la actividad.
Para mejor, Mendoza es el único destino de Argentina en el listado The World’s Greatest Place of 2021, que este semanario que se publica en Estados Unidos desde 1923. El texto que acompaña con una bella imagen de verdes viñedos y montañas, en lo que destaca “su excelencia culinaria al aire libre” y que “es una provincia agrícola tranquila en Argentina, donde el vino fluye y comer al aire libre es una necesidad».

Verdaderamente una gran noticia que invita a todo el mundo a conocer esta maravillosa provincia de buenos vinos, gran desarrollo agrícola con productos de excelencia internacional, hermosos campos que se pierden en la inmensidad de la imponente Cordillera de los Andes.
Lo que era orgullo una semana atrás, de una Mendoza verde, sustentable, agrícola, productiva… contrasta con la Mendoza de esta semana, la extractivista y del fracking. Este lunes, el mismo gobernador de la provincia, Rodolfo Suárez, anunció en su cuenta de Twitter la firma de un acuerdo con YPF para avanzar con el fracking en la zona mendocina de Vaca Muerta. La noticia fue celebrada a viva voz no solo por el oficialismo provincial, sino también por la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti y el precandidato a diputado nacional Adolfo Bermejo.
La fracturación hidráulica o fracking es una técnica que permite extraer gas –shale gas- y aceite contenidos en lutitas o esquistos, que son rocas que se encuentran en el subsuelo a profundidades de entre mil y cinco mil metros de profundidad, formando yacimientos no convencionales. Para extraer los hidrocarburos atrapados en estas rocas, es necesario fracturarlas inyectando una mezcla de agua, arena y más de 750 sustancias químicas altamente tóxicas a alta presión; la técnica requiere además la perforación de un pozo vertical hasta encontrar el yacimiento y una serie de perforaciones horizontales en distintas direcciones que pueden alcanzar una longitud de varios kilómetros.
El volumen de agua utilizado en fractura hidráulica depende del tamaño de pozo, pero se calcula que oscila entre los 10 y 15 millones de litros, es decir, 10 veces más agua que en el modo convencional de extracción.

Si consideramos este volumen, el total de agua utilizado podría alcanzar los 56 mil 700 millones de litros. Para dimensionar esta cifra es importante señalar que las necesidades mínimas de consumo por persona al día se estiman en 100 litros, por lo que la cantidad de agua utilizada para explotar estos pozos, sería suficiente para cubrir el consumo anual de más de 1 millón 500 mil personas.
Este tipo de extracción es absurda en una provincia de Mendoza donde está pasando desde hace años por una preocupante crisis hídrica. Se visualiza claramente en los bajos cauces de los ríos provinciales, en la bella (pero seca) Potrerillos, en esta temporada invernal donde se cerró rápidamente por falta de nieve (Las Leñas, Los Puquios), en los bajos niveles de lagos y lagunas.
Si hay poca agua en la provincia y se recurre al fracking ¿Qué pasaría con la actividad agrícola, la calidad de las viñas, el acceso al uso humano?

Además se suma el dolor de cabeza que representa la «obra del siglo» Portezuelo del Viento, un proyecto generador de energía antiguo y de millonarios gastos, licitado a una dudosa empresa china y una empresa fundida como IMPSA, que necesita de mucha agua para llenar una represa de 178 m de altura de tipo HCR con una capacidad de embalse de 1940 hectómetro cúbicos (hm3).

Sin dudas, el impacto ambiental del fracking puede ser muy grave para la provincia, donde brindará millonarias ganancias para un par de muchachos, pero tendrá repercusión directa en esa Mendoza que tanto mostró la revista Time la semana pasada y eligió como uno de los «100 Mejores Lugares del Mundo».
Ante de meterse en este embrollo es indispensable evaluar adecuadamente su relación costo-beneficio. Es necesario establecer las bases para una gestión realmente sustentable del agua, en la que los mendocinos y los ecosistemas sean una prioridad. El pueblo ya lo sabe «El Agua de Mendoza No Se Negocia».