Estudios recientes indican un aumento en la depresión, ansiedad, angustia y riesgos de suicidio en muchas personas por causa del coronavirus. El temor al contagio y muerte por COVID-19, el aislamiento social, la sensación de soledad y la pérdida del empleo son algunos factores que han contribuido al deterioro de la salud mental de muchas personas durante el último año en el Mundo.
“El impacto de la pandemia en la salud mental de las personas ya es extremadamente preocupante”, dijo el director general de la OMS, Tedros Adhanom
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), en un pronunciamiento reciente, advirtió que la pandemia puede exacerbar los factores de riesgo de suicidio y por eso se hace indispensable tratar el tema de forma abierta y responsable.
En Japón frente a estas consecuencias, se creó el Ministerio de la Soledad. En Argentina aún no se ha tomado ninguna medida concreta para revertir esta realidad de miedo, angustia, estrés y depresión, que afecta a miles de argentinos debido a este escenario lleno de incertidumbre, de cambios de hábitos, de largos períodos de encierro, muerte de seres queridos, de crisis económica y escasas oportunidades de progreso, desocupación, la sobrecarga de horas ayudando en la educación de los niños en el hogar, la falta de contacto físico con los seres queridos y amigos, entre otras cosas.
Al temor de contraer el virus en una pandemia como la de COVID-19, se suma el impacto de los importantes cambios en nuestra vida cotidiana que ponen en juego tanto nuestra salud física como mental.
“Es sin dudas uno de los aspectos más descuidados por el Gobierno Nacional en toda la pandemia”, comenzó diciendo la diputada nacional y ex ministra de Salud mendocina, Claudia Najul, a los medios de prensa. La legisladora de Juntos por el Cambio explicó los principales lineamientos del proyecto que presentó en el Congreso Nacional para abordar de forma integral la salud mental en la Argentina. Los especialistas afirman que el avance del virus, el confinamiento prolongado, el cierre de las escuelas y otras restricciones están dejando considerables secuelas en la salud mental de la población.
“El impacto mayor lo sufren niñas, niños y adolescentes. A muchos de ellos les cuesta identificar los procesos que atraviesan y expresar sus emociones. La angustia, la depresión, los trastornos del sueño y la irritabilidad se han convertido en moneda corriente en muchos hogares”, puntualizó Najul. La Sociedad Argentina de Pediatría informó que 7 de cada 10 niños expresan tristeza y desánimo sobre la cuarentena.
Con la creación de un Programa Nacional de Salud Mental, Apoyo Psicosocial y Abordaje de los Consumos Problemáticos, la iniciativa presentada apunta a generar líneas de acción concretas en el corto, mediano y largo plazo. La declaración del Estado de Emergencia Nacional en este aspecto, la habilitación de líneas de ayuda telefónica y a través de aplicaciones digitales, como así también consultas e instancias de participación presenciales, son algunos de los puntos previstos.
“Proponemos un trabajo específico para contener y ayudar en sus tareas al personal de salud, especialmente los que están en la primera línea. Cuidándolos y capacitándolos estamos también asistiendo a todas las personas que acuden a ellos en este contexto con problemas, inquietudes e inseguridades que van más allá de la salud física”, explicó la legisladora.
Garantizar el acceso de psicofármacos esenciales a las personas afectadas -y debidamente diagnosticadas- es otro aporte del proyecto que ya fue girado a comisiones en Diputados.
“Esperamos empatía y voluntad política en el oficialismo para que la ley salga. Tienen la oportunidad de demostrar que les interesa el futuro de los más chicos y del país, porque entre otras cosas planteamos la inclusión del Programa Nacional de Educación Emocional y en Salud Mental en las escuelas. Queremos que niños, niñas y adolescentes puedan interpretar y gestionar sus emociones, que tengan herramientas para desarrollar sus capacidades y comprender el entorno que los rodea”, cerró Najul.
