Primero Petri, luego Milei, ahora el peronismo, un voto volátil que deja un claro mensaje: el voto emocional del pueblo mendocino que se desenamoró de Cornejo, esfumando 242 mil votos

Actualidad Mendoza

Por más que quieran tapar el sol con las manos, miles de carteles enormes en las calles con la foto sonriente y un millonario gasto en formadores de opinión, encuestólogos y corporaciones mediáticas, el mensaje del pueblo mendocino es bien claro y quedó manifestado en cada elección que se desarrolló este año en la provincia: hay un desenamoramiento de la figura del cacique Alfredo Cornejo.

Desde el primer día hemos dicho desde BienCuyano que El Plan B de Alfredo Cornejo fue un error estratégico dentro del Frente Cambia Mendoza. No solo porque se hablaba de una opción de descarte del líder radical mendocino, sino que fue resuelto muy lejos del consenso de las bases y casi en una chiquita mesa de café con un círculo rojo muy limitado.

Un Alfredo entrado en años, cansado, sin ideas se autoapropió de una candidatura a gobernador, cortándole las alas y las oportunidades a una generación de nuevos dirigentes radicales con muchas ganas de ofrecer nuevas ideas al espacio político y una renovada dinámica a una manera de gobernar por el bien de todos los mendocinos. Algunos esperan en el banco y otros ya perdieron el tren… el tiempo lo dirá.

El único que se plantó ante El Alfredo y pidió un debate dentro de Cambia Mendoza fue el sanmartiniano Luis Petri, que venía desplazado y hasta silenciado en el mismo espacio oficialista. Desde el 2022, Petri empezó a caminar en silencio, sumando muchos ciudadanos independientes, militantes descontentos y algunos dirigentes disgustados con la manera de conducir el frente, para construir una alternativa positiva para Mendoza y los mendocinos. Le puso Play a la campaña y sacudió La Pausa del actual gobierno provincial, provocando una verdadera tromba de esperanza y aire fresco a Cambia Mendoza y a la política general. La gente encontró en Luis un canal de expresión que en ese momento no existía y lo manifestó en las urnas… provocando casi un batacazo! El impulso y la sorpresa del fitito rojo lo llevó hasta compartir fórmula presidencial con Patricia Bullrich.

Para muchos que estudian la Antropología del Voto Petri es muy fácil describir… resulta ser un voto emocional, independiente de los partidos, en cierta forma volátil, que alguna vez se animó a votar a Nicolás del Caño, otra vez al Protectora de José Luis Ramón y hoy se anima a votar al león Javier Milei.

Desde ya Petri también arrastraba voto radical, voto alfonsinista e incluso hasta voto peronista que pretendía hacer una jugada maestra de ajedrez intentando borrar a Cornejo de la contienda electoral de las Generales. Pero por sobre todo, el mensaje del elector es que está cansado de la precaria realidad de la Mendoza de hoy, insegura, en pausa, sin trabajo, de bajos sueldos y cansado de las figuritas políticas que están encarnadas bajo el ala del Estado durante décadas… como Cornejo, por ejemplo.

Por eso el 45 por ciento de Milei en Mendoza no fue sorpresa. Representó la misma expresión de cambio, de las figuras relevantes, más allá de los encajonamientos ideológicos y de los partidos políticos. Por eso los que votaron a Petri, terminaron votando sin prejuicios al León libertario, porque emocionalmente el que expresaba revolución no era ni Bullrich, ni Massa… sino Milei.

Con los años, Alfredo Cornejo se le vieron todos los hilos. Perdió su poder de fuego electoral, ese halo revolucionario que sí tenía en el 2015, su impronta de líder sin escrúpulos, su seguridad como estadista, con aquellas fuertes declaraciones que expresaban el pulso y el sentir emocional del pueblo mendocino ante el desconcierto de un gobierno peronista ya sin apoyo nacional. Alfredo está cansado, se fue alejando de la calle, del diálogo ameno con la gente y se encerró en los actos partidarios, los obsecuentes y los pasillos de Casa de Gobierno. El mendocino medio ya no lo siente como propio… sino como ajeno, como un líder lejano, inaccesible. Esto se manifestó en números reales, con la enorme pérdida de votos propios desde el 2015 hasta hoy, unos 242 mil menos, un 50 por ciento menos del acompañamiento popular en relación a aquellos tiempos de gloria.

Para peor, Alfredo Cornejo se gastó sobreexponiéndose en la campaña para dar el imaginario batacazo en los territorios peronistas que desdoblaron, pero su estrategia fracasó. Puso toda la carne al asador para conquistar el ansiado San Rafael, con platita del Gobierno Provincial, todo el aparato de Cambia Mendoza, una compañera de fórmula gubernamental sanrafaelina, con la misma candidata presidencial Patricia Bullrich expuesta caminando en persona en la misma San Rafael, operetas mediáticas manchando a los Felix… pero el vecino sanrafaelino acompañó la buena gestión y borró los deseos de Cornejo de un plumazo (una vez más).

También Cornejo fracasó en Maipú, donde también esperaba dar el zarpazo y quedarse con el total poder de control del Gran Mendoza… metieron carteles hasta en la sopa, Cornejo tratando de inaugurar obras que aún no existen, otras operetas mediáticas contra Stevanato, la película del apriete al candidato cornejista, la figura del exitoso Luis Petri paseándose por Maipú para rascar algún voto, Tadeo, Mema, Pato Bullrich… lo que venga. Pero Stevanato sacó el 50 por ciento de los votos.

Ni el cuñado de Cornejo, Silvito, pudo salvar las papas del derrotero, ni rascar un triunfo en San Carlos. Tras los fracasos de Lavalle, Santa Rosa, Tunuyán, La Paz… el domingo Alfredo Cornejo se puso el pijama a rayas tempranito y se fue a dormir.

La mirada bielsista de los dirigentes Cornejistas dijeron públicamente que fue positivo el resultado de la elección del último domingo porque «jugaron bien»… no obstante, en la fría realidad de los números, Cambia Mendoza perdió 7 a 0… lo cual para el análisis bilardista fue un rotundo fracaso.

Ahora empiezan a aparecer los fantasmas, los espectros del pasado maldito de la no reelección a gobernadores mendocinos, y las inseguridades propias de los errores de campaña mientras se entretejen internas desde el mismo espacio oficialista. En el voto emocional y volátil del pueblo mendocino no hay límites ni partidos, existen mensajes… que resultan ser muy claros «No queremos que Cornejo sea nuevamente gobernador» «Queremos cambiar esta Mendoza paralizada».

No obstante, Cornejo tiene una última carta a tres semanas de las elecciones que se la juega estratégicamente para ganar la partida y que la ha aplicado miles de veces en estos 8 años: mantener firme la tropa cornejista en los 26% de piso-techo, que los partidos opositores «se maten» en la captura del voto mendocino y no se dispare solo uno para polarizar la elección, porque allí sabe que pierde.

La clave es quién verdaderamente expresa ese sentir emocional del pueblo mendocino que lo terminará manifestando en las urnas. Allí esta el desafío!

Por Julián Galván