Los rasputines de la actualidad: las manos mágicas de los encuestólogos que ante falta de liderazgos, influyen directamente en las decisiones políticas

Actualidad Mendoza

En la Rusia de los zares, el influyente Rasputín, conocido también como “el Monje Loco”, fue uno de los personajes más emblemáticos de la historia. Un sanador místico, un brujo y un profeta. Trabajó como consejero del último zar de Rusia, Nicolás II, fue conocido por sus poderes sobrenaturales, sus milagrosas curaciones y su influyente presencia en los círculos de poder que lo convirtieron en un curioso personaje, dueño de mitos y miles de historias, algunas ciertas y otras de dudoso sustento.

Sin embargo, el célebre espíritu del chamuyero de Rasputín sigue vigente en los círculos de poder político vernáculos, ya no como curanderos y brujos, sino reconvertidos en consultores y encuestólogos.

La falta de liderazgos y dirigentes políticos cada vez más lejos de la gente, que desconocen el pulso de la calle y las verdaderas preocupaciones de su pueblo, hacen que estos vendedores de ilusiones tengan mayor relevancia e incluso decidan el futuro de candidatos con sondeos imaginarios a favor de quién paga la movida encuestadoril.

Ilusorios «rankings» de gobernantes que escalan de acuerdo al dinero que aportan en las mismas encuestas o en las pautas de los grandes medios que la publican a modo de «extorsión» y que la meseta periodística replica como «verdades».

Sondeos desesperados de candidatos que buscan posicionarse y seducir a sus pares para rascar alguna fórmula, con resultados disparatados ¿Alguien puede creer que el mendocino Alfredo Cornejo mida más a nivel nacional que Mauricio Macri y Cristina Kirchner juntos? ¿No le alcanza con seducir a Patricia Bullrich con buenos vinos, pastas y frondosas paellas para poder ser el compañero de fórmula 2023?

Sin mucha metodología y más billetera, los números inventados de encuestólogos seleccionan y dilapidan dirigentes políticos como el pulgar de Nerón… y se cachetean con la realidad de los reales números en las urnas. Allí el «analista» se esconde debajo del escritorio y vuelve a asomarse (renovado) en la próxima elección.

En ese juego caen como pajaritos la debilidad y desconocimiento de los dirigentes políticos que se nutren de esos números para tomar las decisiones. Así aparecen personajes del focus group como Miguel del Sel, Marcelo Tinelli, Cinthia Fernández, El Dipy o Viviana Canosa, devenidos en clase dirigente por el solo hecho de «ser populares» o «caer simpáticos».

También los números bailotean siempre a favor de quién paga millonariamente la encuesta. Casualmente los guarismos de estos rasputines describen una «perfecta realidad» acorde a lo que quiere escuchar de que quién garpa el trabajo encuestadoril ¿Metodología o ficción?

Mientras tanto, los rasputines adquieren mayor poder y se sientan en las mesas decisivas, ya no con fundamentos metodológicos sino con sentido común y personal intuición, que no siempre resulta certera. Todos envueltos dentro de un frasco, cada vez más lejos de la realidad de la calle.

El vedettismo de muchos encuestólogos, endulzados por el periodismo cómplice y el desoriente de la clase política, hacen que los rasputines se transformen en candidatos estrella e incluso sean, en muchos casos, los que definan el futuro de un país. Todo es maquillaje para la gilada!