Emotivo encuentro de hermandad de los líderes de los pueblos originarios en Sierra de las Quijadas

Vida cuyana

El pasado sábado los líderes de los pueblos originarios de nuestro territorio se congregaron para asistir a un emotivo encuentro de hermandad y de reclamo de tierras en el corazón del territorio de los huarpes, en las Sierras de las Quijadas, San Luis. En esta árida tierra a la cual consideran sagrada, los originarios se sienten acompañados por sus ancestros. Y así lo demostraron cuando desplegaron su bandera y reafirmaron la unidad, rodeados por las reliquias naturales. Tras firmar un documento conjunto en reclamo por la restitución del lugar para el Pueblo Nación Huarpe, los representantes compartieron una ancestral celebración y reafirmaron la unidad.

El cacique y docente Roberto Sandoval, del Pueblo Nación Charrúa de Entre Ríos, quien participó en la Primera Conferencia Mundial sobre los Pueblos Indígenas organizada por la ONU, expresó con el dedo índice hacia el cielo gris: “El vuelo del cóndor nos está diciendo que vamos por el camino correcto”.

El histórico encuentro al noroeste de la provincia fue tan emotivo para el cacique de la comunidad qom “La primavera”, Félix Díaz, que de su garganta brotó la “Canción del águila”. Su cruda voz milenaria encontró eco entre las cornisas, los acantilados y las terrazas arcillosas por donde también asomaron unos curiosos guanacos cuando los originarios ingresaron emponchados al Parque Nacional.

“El águila se eleva y observa desde arriba. Esa mirada es muy positiva para nosotros, es observar lo que nos rodea y con lo que nos relacionamos”, sostuvo Díaz e indicó que también ha compartido esa canción en Estados Unidos con los pueblos apache, sioux, y mapuches.

La jujeña Teodocia Guanactolay es descendiente directa del Malón de la Paz, una caminata que se realizó desde el noreste argentino hasta Buenos Aires para reclamar por la restitución de territorios en 1946. Esa imagen resurgió en Teodocia ayer, mientras veía a los líderes caminando en fila por uno de los cinco senderos rojizos hacia el imponente mirador. “Nuestros ancestros dejaron una conciencia en la historia de que hay que luchar por los derechos de la tierra”, dijo. Luego tomó su pequeño tambor denominado huancarita y entonó una copla puneña. A esta altura de la ceremonia, los representantes, que llegaron de diferentes puntos del país para respaldar el pedido de restitución de Sierra de las Quijadas por parte del Pueblo Nación Huarpe, estaban más silenciosos que de costumbre.

El viernes por la tarde en Terrazas del Portezuelo, los líderes y consejeros firmaron un documento conjunto para presentar ese reclamo ante el Gobierno Nacional y solicitar tierras para las comunidades diaguita, qom, mapuche, ranquel, colla, comechingón, wichi, charrúa, omahuacha, mocoví, morituve y rouillon, entre otras.

La cacique de la colectividad huarpe, Pascuala Guakinchay, destacó: “Todos somos hermanos y la causa es común.”

En nombre de la Provincia, Pascuala estuvo acompañada por el jefe del Programa Culturas Originarias, Enrique Cabrera, y el lonko de la comunidad ranquel, Daniel Sandoval.

“En este día estamos escribiendo una página más de nuestra historia, la que estamos escribiendo nosotros, no la que contó el libro oficial”, agregó.

El cacique de la comunidad qom “La primavera”, Félix Díaz, estuvo presente en el encuentro y analizó el presente de los pueblos originarios en el país y compartió su historia de vida.

En 2010, Félix Díaz lideró un corte de ruta en Formosa para reclamar la restitución de hectáreas de la comunidad qom, Potae Napocna Navogoh. Y el año pasado su pueblo estuvo en boca del país por el acampe de cinco meses en la Avenida 9 de julio, en Capital Federal. En este tiempo se reunió con el actual presidente, Mauricio Macri. Además fue recibido por el papa Francisco y el relator de Naciones Unidas, James Anaya, visitó la comunidad donde viven actualmente 850 personas.

Este jueves, Díaz, junto a casi 120 líderes y consejeros de diferentes pueblos originarios, llegó a San Luis para firmar un documento que reclama ante Nación la restitución de Sierra de las Quijadas al Pueblo Nación Huarpe. El encuentro fue calificado por los propios protagonistas como histórico y hubo un fuerte llamado a la unidad entre las diferentes etnias.

“El indígena conoce perfectamente el cuidado del medioambiente porque hemos permanecido siempre, a pesar de la violencia que se instaló en nuestro territorio, hemos trabajado para conservar lo poco que nos quedó y no destruirlo. La esperanza de las futuras generaciones está en el medioambiente”, señaló minutos antes de la ceremonia ancestral que realizaron en la Plaza Cívica de Terrazas del Portezuelo.

Además de los conflictos territoriales, Díaz señaló otras cuestiones pendientes, como la vida de los pueblos indígenas en la ciudad y la educación bilingüe.

“Se ha manipulado mucho el liderazgo indígena. Los partidos políticos han cooptado el liderazgo indígena, entonces no se sienten independientes las decisiones que toman, es siempre a través de una sugerencia o presión por parte de un gobierno, por eso se han cedido muchos terrenos. Los líderes han cedido mediante presión, engaños o a cambio de sueldos o recursos por parte del Estado”, indicó.

En cuanto al encuentro con Macri precisó: “Tenemos un diálogo constante pero hasta ahora no tenemos una propuesta concreta por parte del Estado argentino de estar más con los pueblos, aun así, estamos exigiendo que se cumplan los compromisos de dar participación a los indígenas mediante el diálogo”.

Antes de partir, el sábado al mediodía los representantes visitaron Sierra de las Quijadas. Díaz, de vincha y morral, quien ya había respondido una decena de entrevistas, mantenía la misma serenidad que cuando llegó. “Me siento obligado a mantener la postura de defender la vida y buscar el diálogo, y usar la tolerancia para comprender al otro. No vengo a discutir. La maldad destruye y la bondad construye. Tenemos que ser generosos y atentos a los demás para poder construir algo diferente para que seamos una esperanza a las futuras generaciones, para poder dejar un mundo más humano y digno”, indicó.

En un clima ceremonial, rodeado por sus “hermanos” y el imponente desierto de arcilla, el cacique entonó una canción milenaria de su pueblo qom. Fue la única vez que su voz se elevó tan alta como su respetuoso silencio.