En medio de los turbulentos momentos de la política nacional, de operetas desde las cloacas de los servicios de inteligencia, aprietes subterráneos que atentan a la democracia, una preocupante crisis social, económica e institucional, la Unión Cívica Radical tiene una oportunidad histórica de recuperar los valores fundacionales que levantaron sus grandes dirigentes a lo largo de su rica y centenaria historia… desde Arturo Illia, hasta Raúl Alfonsín… desde Hipólito Yrigoyen, pasando por Ricardo Balbín, Margarita Malharro o Florentina Gomez Miranda, entre tantos otros.

Sin dudas, la Defensa de los Derechos Humanos ha sido una de las principales banderas que el radicalismo levantó en la vuelta de la democracia, después de los negros años dictatoriales del Proceso de Reorganización Nacional de la mano de Videla, Massera, entre otras bestias, en lo que, tal como marcó el fiscal Julio César Strassera durante el Juicio a las Juntas en 1985, hubo un plan sistemático desde el Estado para exterminar miles de personas por el solo hecho de pensar distinto. El radicalismo no puede dar un paso atrás después de tantos años de sangre derramada, desapariciones y exilio.
La lucha por la Educación Pública como un proceso de transformación de la sociedad y accesibilidad de igualdad de oportunidades para el ascenso social; honrar el rol fundamental del Estado como nexo fundamental en el acceso a una salud pública de calidad para toda la ciudadanía en todos los rincones del país, sin diferencias sociales; la revaloración de la Democracia por todas las cosas; la lucha por los derechos igualitarios de las mujeres; la defensa de la libertad individual, la igualdad y la importancia del trabajo… todos valores construidos con esfuerzo desde el radicalismo junto a otros partidos y consagrados en estos últimos 40 años de Democracia que los argentinos no pueden borrar de un plumazo en un desequilibrado salto al vacío, enceguecidos por el odio que intentan meter las corporaciones mediáticas y ciertos grupos de poder.

El mensaje que ha dado la sociedad argentina en las urnas en las elecciones de a lo largo de este año es que la Unión Cívica Radical vuelva a recuperar esos valores y luchas fundacionales que lo han consagrado como partido centenario, retomar su visión progresista de centro que combina elementos de socioliberalismo y socialdemocracia, que lleva marcada históricamente en su genética política, y que se han consagrado este año electoral con la aparición de nuevos dirigentes, legisladores, intendentes, gobernantes, a lo largo y ancho del país y marcan un importante recambio generacional y de ideas que no se pueden postergan en este contexto socioeconómico.
Es importante señalar que el centenario partido gobernará desde el 10 de diciembre en cinco provincias, número que lo deja bien posicionado en el mapa electoral nacional. El primero en retener un territorio provincial en este súper año electoral fue Carlos Sadir, en Jujuy, el delfín de Gerardo Morales, mandatario provincial saliente.
El segundo fue el correntino Gustavo Valdés, que fue reelecto y se erige como uno de los posibles nuevos líderes de la UCR a nivel nacional.

El tercer triunfo vino de la mano de Maximiliano Pullaro, en Santa Fe. Fue más que una sorpresa, al tratarse de un territorio dominado por el peronismo.
La cuarta victoria la consiguió Leandro Zdero, en Chaco, que desplazó del cargo al peronista Jorge Capitanich.

En tanto, en Mendoza, Alfredo Cornejo le puso el broche de oro a la seguidilla de victorias del radicalismo en el interior, que también estuvo a poco más de 20 mil votos de imponerse en la interna de JxC en la ciudad de Buenos Aires con Martín Lousteau.

Ni hablar de la enorme cantidad de intendentes radicales que este año asumirán o renovarán su mandato en distintos rincones del país y que tendrán la enorme responsabilidad de gestionar a favor de sus vecinos.
Sin dudas, en esta instancia, el radicalismo tiene equipos de gestión largamente capacitados, gobernantes nuevos, recambio generacional y nuevas ideas para la Argentina.
Están en condiciones de asumir responsablemente el rol opositor dentro del marco de la Democracia. Ser el garante institucional que controle la gestión de quién será el próximo presidente de la Argentina y respaldar convenientemente las acciones en políticas públicas que sean a favor de la ciudadanía, pero también con el compromiso de poner límites a las cosas que están mal, los actos de corrupción o que atenten institucionalmente a la democracia.

El radicalismo está en un momento clave para dar ese salto de calidad y solo depende de su decisión para llevarla adelante. Debe decidir que camino tomar en medio de su encrucijada: recuperar sus valores históricos fundacionales de apertura democrática con justicia social o seguir siendo el furgón de cola siguiendo las ambiciones derechistas de Mauricio Macri, acompañando un extremo proyecto junto a Javier Milei y Victoria Villaruel de hacer la versión vernácula del VOX español, con ideas de ultraderecha y reivindicando el nefasto proyecto totalitario de Videla y Massera que supieron iniciar en los años negros de la historia argentina.
¿La UCR se animará a recuperar su autonomía y su propio protagonismo en la Argentina que viene?
Por Julián Galván