En los últimos días se conoció el acuerdo firmado por la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (Foeva) con las patronales y entidades de las empresas bodegueras. En el mismo se detalla que el aumento será en cuotas y no remunerativo (es decir, en negro) desde agosto hasta febrero, cuando recién pasarían efectivamente al salario.
Estos aumentos llevarían los sueldos de los empleadosde bodegas, hoy en $21.500, a $29.500 de bolsillo. Para los cosechadores, por su parte, la remuneración por el tacho pasaría de $13 actuales a $18. Es decir que los ingresos estarán muy por debajo del actual valor de la canasta familiar, hoy en $40.000. A ello hay que añadir la gran inflación prevista de ahora hasta febrero.
Aunque resistido por meses, este acuerdo finalmente ha sido festejado por las patronales bodegueras. Walter Pavón, representante paritario y gerente de Relaciones Institucionales de Bodegas Argentinas, destacó que el aumento del 40% reduce fuertemente su impacto al darse de manera escalonada, y le permite a las patronales hacer frente a la suba. Las mismas, cabe destacar, han visto incrementadas sus ganancias por un fuerte aumento de la exportaciones (46%) además del consumo interno (7%), y vienen presionando de manera constante al gobierno para que devalúe y así poder licuar sus costos, principalmente los salarios de sus obreros.
A la luz de estos hechos queda claro que el acuerdo no ha cerrado el reclamo de los y las trabajadoras por salarios dignos, que fueron los que lograron quebrar la negativa de las patronales a discutir paritarias. Es por esto que es más que necesaria la organización en cada lugar de trabajo, para imponer los reclamos de los trabajadores: que ninguno siga cobrando por debajo de la línea de pobreza, que se implemente un subsidio intercosecha para los que quedan parados y una jubilación anticipada a los 57 años, entre muchas otras reivindicaciones postergadas.
Por Lucas Inostroza. Prensa Obrera